En el matrimonio podrás cumplir tu vocación de amar y servir a tu pareja mientras te realizas en otros ámbitos de la vida y dejas que también se realice tu pareja. Algo maravilloso. Pero también esta unión sacramental reserva un espacio donde el amor entre los dos cónyuges podría abrirse al misterio y milagro de la concepción, donde Dios deja su impronta entregando un alma a la nueva vida. Por todo esto, el matrimonio será lo más importante de tu vida.
Está en tus manos y en las de tu pareja que tu matrimonio, entre otras cosas, sea un lugar de unión, sinceridad, ayuda, pero sobre todo un desafío para hacer transcender los dones que Dios te dio y tu vocación de ser “una sola carne” con tu pareja. De ahí se iniciará una vida familiar nueva que debe estar formada por personas buenas, llenas de alegría que se aman entre ellos y que son capaces de amar a los demás.
Todas estas aspiraciones posiblemente sean las que hicieron que despertara en ti el hecho de casarte o tener el deseo de hacerlo, por desgracia en la actualidad no impera esta idea de matrimonio. Ahora las parejas piensan que casarse es una atadura y prefieren vivir en una unión en la que creen no tener compromisos quizá porque dudan de que existe un amor para siempre. Un grave error llegar a esta conclusión.